VIVIR LA FE EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS
¿NO SABÉIS QUE SOIS TEMPLO DE DIOS, Y QUE EL ESPÍRITU DE DIOS MORA EN VOSOTROS?
(1 CORINTIOS 3:16)
Los llamados hechos por las autoridades de gobierno ante el cierre de los lugares públicos y la consecuencia de cerrar nuestros templos, ha significado repensar el sentido de la espiritualidad. Leer la afirmación de Pablo: “Ustedes son templo”, tiene potencia y sentido, en medio de una época donde debemos aprender a cultivar la fe en lo privado.
La ciudad de Corinto, era estratégicamente un paso obligado para los mercados del siglo I; era catalogada como una ciudad cosmopolita, producto de la pluralidad de sus habitantes; era la tercera urbe más grande del imperio, con una prosperidad económica, y una diversidad religiosa.
Pablo llega a esta ciudad donde los primeros cristianos que le acogen son Aquila y Priscila, un matrimonio de judíos convertidos al cristianismo. Esta fue una de las comunidades que el apóstol dedicó mayor dedicación, le dejó preocupaciones y también desvelos, quizás esto se debe al choque entre el cristianismo y el paganismo que circulaba dentro de la ciudad y al interior de la iglesia.
En el capítulo tres de la carta, Pablo critica fuertemente la inmadurez de los cristianos de esta comunidad, aunque los comprende y excusa muchas de sus negligencias, les recuerda que los líderes no son dueños de la comunidad; aunque ellos planten, rieguen, construyan o edifiquen, solamente son “colaboradores de Dios” (3.9); lo segundo, tiene relación a la afirmación de reconocer que todos son templo de Dios y que Él habita en ellos, donde deja en claro que el templo no está hecho de piedras (edificio) sino que está en la vida de cada creyente, donde lo sagrado, pasan a ser las personas, que se transforman en el santuario de Dios.
En otros momentos de la historia, el pueblo de Israel en la crisis del destierro, sin templo, sin sacerdotes, sin lugares para adorar, sin fiestas solemnes, descubrieron que el hogar podía convertirse en un lugar de evangelización en medio de los momentos de tragedia.
Las casas se convirtieron en lugares para cultivar la fe en medio del caos, es así como esta se traduce en confianza aun en medio de la incertidumbre, la certeza de que Dios sostiene nuestras vidas y nos hace mirar más allá de la angustia, el dolor, las calamidades, y las malas noticias, de eso bastante sabia el pueblo de Israel desde su peregrinaje desde Egipto. Como declara el pensador cristiano K. Barth: “Creer en, «credo in», significa precisamente: no estoy solo.
Ante esto, y las consecuencias que ha traído esta pandemia, descubrir la fe en lo doméstico nos invita a recuperar el culto familiar, la oración privada, el estudio personal de la palabra, la lectura de libros religiosos, el cantar, la práctica del ayuno, el llamar y sostener nuestra fe por medio de los medios tecnológicos, etc.
Nos encontramos en un momento de alejarnos los unos de los otros para no estar en peligro de contagio, pero la fe, invisiblemente, nos sostiene y nos conecta.
Con afecto cristiano.
Pr. Miguel Ulloa Moscoso – Secretario Eclesiástico Nacional