“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”
El Pentecostés nos desafía a vivir al Espíritu Santo en la vida como una dinámica constante.
Nos desafía a cumplir la misión encomendada para impactar la sociedad transformando realidades.
Que el fuego que enciende el espíritu en cada uno se una con el de otros y otras y que juntos formemos una gran llama que rompa los hielos del egoísmo y de la injusticia.
IGLESIA METODISTA DE CHILE
“Comprometidos con la esperanza de un mundo nuevo”